Recursos para la comprensión

Los medios de los que disponemos a la hora de comprender cualquier situación comunicativa, esto es, una situación en la que un emisor nos dirija un mensaje con cierta intención, variarán en función de las características de la situación.

Uno de los instrumentos que se utiliza siempre (el más importante, posiblemente) es el de nuestros conocimientos previos. Conocimientos en general: sobre el mundo, sobre la cultura, sobre el emisor, sobre nosotros mismos, sobre lo que es posible y lo que no, sobre lo que es adecuado y lo que no, sobre lo que es más probable y lo que no, etc. Se puede decir que no podemos entender nada si de cierta manera no lo "sabemos" ya. Nuestro conocimiento está organizado de una determinada forma y si no podemos establecer alguna conexión entre lo que queremos comprender y nuestra estructura del conocimiento será imposible comprenderlo. La obviedad de esa conexión, la cantidad de datos que faciliten esa conexión y la forma de presentar esos datos serán los medios que faciliten la comprensión.

Los datos que se nos ofrecen son el segundo de los instrumentos que utilizamos para comprender. Nos estamos refiriendo a las palabras y, sobre todo, al significado de las palabras. Veámoslo con un ejemplo: si nos encontramos con una persona que tiene el brazo vendado y debido al ruido o a nuestro desconocimiento del idioma que habla sólo conseguimos oír/entender la palabra "perro", automáticamente "comprenderemos" que ha sido mordido por un perro. Esta primera "compresión" no tiene por que ser la acertada, pero es, sin duda, la primera que realizaremos. Posteriormente podrá ser revisada, anulada o reforzada ante nuevos datos.

Otro de los instrumentos utilizados es el del contexto situacional, esto es, todo lo que rodea física y mentalmente al mensaje emitido. No es lo mismo que alguien nos pida la hora sin más que nos la pida con su reloj en la mano dispuesto a poner el reloj en hora. Queremos decir con ello que la precisión que nos pide este último es mayor.

Otro es el de la forma del mensaje. Cómo esté ordenado, organizado y la manera como se nos presente podrá facilitar, entorpecer e incluso impedir la comprensión. Cuando alguien pretender contarnos una película que no hemos visto, según cómo de ordenada nos presente la información facilitará o, incluso, impedirá que podamos comprenderla.

El último es el de los factores no lingüísticos que acompañan al mensaje como el tono, la expresión, el volumen, etc. Todos estos factores varían cuando decimos "¡Qué bonito!" ante algo que nos gusta y ante algo que nos desagrada (por ejemplo, cuando un niño hace algo inadecuado).

Evidentemente, cuantos más datos seamos capaces de manejar más completa podrá ser nuestra interpretación e, indudablemente, un mayor conocimiento del idioma, nos puede ayudar a comprender mejor. De todas formas, hay que resaltar que, a la hora de comprender, tan importante como los datos utilizados es el uso que se haga de ellos.